
los calcetines cuelgan de las ollas en firme convicción de no dejarse abatir por el orden, la vida anda por la casa, en pelotas, sin ningún rastro de maldad en la sombra. ya no fuma pero a veces se hace un ovillo mientras ojea álbumes antiguos con fotos de cuando se estaba formando lo que ya es hoy y sonríe pensando que hoy se está formando lo que vendrá mañana. el espejo la observa desde arriba del mueble y no puede dejar de reflejar haciendo cabriolas desde ángulos imposibles esa cara torcida y tan hermosa en que los gestos son algo más allá de las palabras rotundas. los ceniceros rebosan cucharas de postre. ayer estuvo llorando porque las amigas ya no se entienden y los hombres solo quieren meterla y las madres son seres humanos como otro cualquiera. luego se cosió en la pierna "hay que seguir creciendo" con un hilo rojo y escupió lo que ya no sirve en el fregadero lleno de flores blancas y diminutas y de gusanos. su cabello aún es abundante y su risa escandalosa. hay una niña cabezona que vive en la primera curva de su hombro izquierdo con costumbre de gritarle que todo puede ir a mejor, que todo siempre puede, cuando le tienta darse por vencida
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imagen: chema madoz