25.1.10

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con los dedos llenos de niños
los bosques son gigantes
que dan hambre y que dan miedo,
cualquier hombre podrá ser capaz de engañarnos
pero eso no le resta ni una estrella a nuestra sombra.
un rojo rabioso está por demostrar algo
luego se pierde en esta playa
desnuda de nombres
donde un día nació la magia
de los labios de la mujer que todo el mundo quiere mirar
porque tiene el toque azul inconfundible en los gestos.
por supuesto hay un sudor frío
y una alfombra
y un circo en el que cada uno sabe cuánto pesa su brillo
y los idiomas florecen en las enredaderas.
quien paga la función
es porque espera que la bailarina más lánguida
le contagie de blanco
y poder conformarse
con los sustitutos de lo que alguna vez
había soñado

4 comentarios:

Javier Belinchón dijo...

Me gusta.

(Estoy leyéndome, a ratitos, tu casimiro tic tac toc toc. También me gusta)

Besos.

Begoña Leonardo dijo...

Me acerco de puntillas y hoy me atrevo a comentar. Este poema es muy grande, el primer verso ya es enorme y cualquiera de ellos encierra todo un universo de sensaciones.
"Y un circo en el que cada uno sabe cuánto pesa su brillo"... Gracias, te felicito.

Anchoa dijo...

Isabel, hacía mucho tiempo que nadie lograba hacer míos sus sentimientos, y tú, con tus versos, logras que despierte mi rima interior. Muchas gracias.

isabel dijo...

gracias a vosotr@s,desde luego!


mua!