13.9.09

sobre hechos reales


1.

los árboles pasaban a través de mis ojos como un bosque que corre tras algún significado que siempre se nos está escapando, como una solución que nunca llega y va asfixiando lentamente la esperanza. marina temblaba a mi lado. hacía frío y nadie nos explicaba nada. hacía tiempo que sólo oíamos gritos en un idioma extraño y el silencio asustado del resto de cuerpos hacinados alrededor. algún susurro terminal. una caricia. hasta l@s niños callab@n, porque sabían. los árboles dentro de los ojos de ella, ella, que había sabido explicar el mundo con cada gesto ahora era un montón de árboles que pasan como la última oportunidad de estar vivos, aferrándose a esos ojos, y luego ella me miró. me miró a mi. y entonces conocí la brutalidad del desamparo, como una ola inmensa que ya no volvió a soltarme nunca.


2.

te depertaste y ya no pudiste cruzar al otro lado de la cuidad. la habían dividido en dos partes y a ti te tocaba ésta. el resto daba igual y además tú no podías hacer nada al respecto. así que no volviste a verla y entonces empezaron a pasar los años. hiciste nuevos amigos y me conociste y me cortejaste y al final nos casamos. un día me dijiste que me invitabas al teatro, al otro lado del muro, y yo me puse muy contenta y también me puse muy guapa y te seguí. estábamos helados cuando me susurraste al oído que ibas a comprar tabaco y que ahora volvías. yo asentí pero el gris nos había seguido a través de las horas y no había manera de quitárselo de encima. yo lo notaba como gotas de plomo en mi pelo y en mi abrigo. te esperé diez minutos. luego te esperé una hora. luego más. y cuando ya era muy tarde caminé yo sola hasta el checkpoint e intenté volver a casa pero nadie me creyó porque no tenía mi pasaporte. tú lo habías cogido para poder sacarla a ella del lado prohibido. así fue como supe que ella y yo nos parecíamos tanto.
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3.

las calles sentían vergüenza, los edificios, los altavoces, hasta la luz de las ciudades sentía vergüenza. por eso cada vez que preguntaban a la gente por qué nadie había hecho nada, cómo era posible que no se hubieran enterado de todo lo que estaba pasando, el terror se hacía palpable y trepaba gargantas y tomaba forma en un lamento compartido, como si la voz de todos fuera una sóla voz temblorosa y herida: "yo no tenía otra opción". muchos años más tarde, los medios encontraron una historia de un portero de varios edificios que había salvado a 5 familias falsificando documentos para que pudieran salir de alemania antes de que pasara todo lo demás. así que un programa de televisión le quiso hacer una entrevista. resultó que ya era un señor muy mayor el reportero cogió la grabadora y le preguntó cómo era posible que hubiera arriesgado su propia vida y la de su familia incluso la de conocidos suyos y él contestó, "simplemente, yo no tenía otra opción".


gracias a vania, marcus y jacobo por la información y a berlín por el escenario

6 comentarios:

Javier Das dijo...

...jejeje... mira, ya tengo un poema para leer en el siguiente recital.. me alegro que te gustase!!!
Besos!

Javier Das dijo...

por cierto, pequenyta... te tengo que mandar ese poemario para que lo leas, a ver si te gusta... me espero a la vuelta de Berlín, no? o bueno, al mail también mola...

como quieras...

Dale un beso a Marcus de mi parte....

U.B dijo...

Subenestrujenbajen. Cómo te lo debes de estar pasando, pequeña golfilla...

garcía argüez dijo...

ole, isabel, gloria pa ti!!!!!

Angel dijo...

hola isa de pasada por aki y he descubierto tu blog, me lo he añadido vale si no te importa, y ya te haré llegar a ti y a marcus el poemario en cuento esté pulidillo

un beso a los dos y buen berlín.

Violeta dijo...

Berlín es precioso

que lo dosfrútéis

:)