era una magnífica mujer de larga melena de rizos sentada enfrente rotundamente empeñada en dormir los diez minutos de trayecto entre su parada y la mía. vestía como le daba la gana, tenía las manos fuertes y un cuerpo muy suyo (como a mí me gustan los cuerpos). antes de levantarme pude verle esa mirada despreciable de la que hacía gala así como que es que estaba tan de vuelta de todo que no iba a perder el tiempo mirándote ahí en pleno vagón de metro, que tenía prisa, y que tenía sueño, y que ya, que ya sabía que su conjunto formaba una mujer un poco más que impresionante.
en el siguiente vagón me tocó sentarme frente a una que perfectamente podría haber sido teresa la de kundera, pero perfectamente. ella dormía no con empeño, sino como si fuera lo más natural para hacer a aquella hora en aquel momento, dormir, sí, claro, un mechón en la cara, los labios entreabiertos, los dedos acariciándose a sí mismos como si se tratase de los dedos de otras personas. pero perfectamente. no llegué a ver cómo miraba, aunque soy bastante capaz de imaginármelo: desde abajo, ladeando la cara, pero a los ojos.
a su lado estaba sentada una muchacha más bien fea de ojos transparentes y una coleta tan tirante que me estaba dando dolor de cabeza. empezó a prepararse para bajar del vagón 2 paradas antes. miraba con desconfianza, como un ratón asustado.
yo, como hombre pasados los cuarenta que ya se conoce lo suficiente pa las alturas a las que anda- y que sabe que eso no es poco- me habría quedao con teresa. y tengo una sobrina que sé de sobra que se habría colgao con la de rizos, tanto, que le habría terminao liando al novio en uno de sus tejemanejes de cuando se le mete una tía entre ceja y ceja. lo que me quedo con ganas es de conocer a aquel/lla que lleve el anillo que va a juego con el que tiene en el dedo la de los ojos transparentes de ratón asustadizo. y entonces me vuelve a la cabeza el"orlando" de la woolf. y entiendo un par de cosas más. y vuelvo a llamar a virginia hijadeputa, con todos mis respetos.
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martina y juliana no se casaron nunca porque a nadie de los que hacen las leyes se le ocurrió que podían querer casarse. lo cierto es que no habrían querido. a martina le hacía más ilusión una mamarrachada de esas porque siempre había sido algo más pija pero a juliana se la soplaba bastante y de hecho estaba bien en contra de firmar papeles y meterse en jaleos de dinero. el querer es el querer, decía siempre. que no me vengan con jodiendas que nos lo cargamos. de hecho ahora que pueden juliana lleva muerta unos años, y martina dice que ella solo pensaba en no casarse con juliana, que el resto no es capaz de hacerle ni de sombra. pero está contenta de que paco y yo ya podamos discutir si nos casamos o no, como el resto de las parejas que conoce. si juliana estuviera viva, lo que diría es: qué cojones, ¡lo que tendrían que hacer es prohibir el matrimonio!.
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estoy sentado en un banco del parque y veo un niño correr detrás de las palomas. me acuerdo de la última carta que me ha escrito mi hija.
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6 comentarios:
A mí también me gusta mirar a la gente en el Metro. Para qué voy a hacer sudokus, si es mucho más entretenido mirar personas...
Genial todas prima!!! Como siempre!! Sabes que estas historias son mi punto debil??? Me encantan!!! ;-)
"a su lado estaba sentada una muchacha más bien fea de ojos transparentes y una coleta tan tirante que me estaba dando dolor de cabeza. empezó a prepararse para bajar del vagón 2 paradas antes. miraba con desconfianza, como un ratón asustado."
sabías que
con un patatilla
3 granos de pimienta
y 2 medias almnedras
se puede hacer un ratón asustao con orejas
eso sí
sin cola
Glubs. X
Llevaba unos días sin leerte y como siempre ha valido la pena haber entrado en tu Blog.
La gente que veo por ahí nunca deja de sorprenderme, creo que soy incapaz de conocer a nadie, por eso también me gusta mirar como tu miras en el metro (a veces creo que incluso demasiado).
La entrada anterior "El mío" me encanta.
lo del metro da para un blog entero. y más si el metro se divide en metro este y metro aquel.
yo me hubiera quedado con Teresa, también, pero por la cuenta que me trae...
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